Una de sus hermanas me dijo que llamara a su móvil, que alguien lo cogería.
Un poco fuerte llamar a un muerto, pensé. Y sentí una punzada, de esas que hacen que la sangre se te suba a la cabeza en medio segundo.
Se llamaba Oscar….como los del cine. ¡qué ironía!
Y de apellido Subijana....como el cocinero.
Nació en San Sebastián. Empezó en esto de la prensa en Zaragoza y se curtió en Donosti, Vitoria y Bilbao; en El Mundo, Diario de Noticias y Deia… Vió muchas películas. Unas de tiros; otras vivas comedias...De hecho, Oscar tenía algo de tragicómico… con esas mandíbulas “al estilo vasco”.
Le gustaban las mujeres, las risas y la vida. Y el aguacate, y el deporte, y la arena de la playa, y los amigos; amigos pocos pero intensos.
Se ha ido a la francesa; sin despedirse. Con 46 años. Una mujer y dos hijas. Y creo que un gato. O un perro. No me acuerdo.
Aquí nos ha dejado a unos cuantos plantaos. Flipaos. Sin poder decir esta boca es mía.
Quizás no pudo más. Eso debió ser: no pudo más e ideó cómo largarse sin hacer ruido. Tuvo que investigar; cerciorarse de cómo un cuerpo se rompe por dentro de modo intencionado. Ay ama…!!!
Ay ama!!!! Yo sigo con su móvil a cuestas, con la pena de no poder marcar y oir su voz: ¡hola tonetti…! Ay ama!!! Ay por favor...!!! ¿qué tal está la de zárágózá?
Pues jodida Oskarin. Un poco fuerte llamarte al móvil ¿no?